Con los ojos llorosos y embargado por la emoción del momento más importante en la historia del fútbol español, Andrés Iniesta cambió su imagen habitual. Acostumbrado a ser un tipo comedido y casi inexpresivo, no pudo contener el llanto. Era imposible. Había hecho historia, había llevado a España a la gloria, a la cima del fútbol mundial. El hombre más modesto y tranquilo de la selección fue el Dios de la final.
En el minuto 116 de la prórroga, cuando toda España agonizaba y temía los penaltis, el maestro de Fuentealbilla recogió un pase de Cesc y superó a Stekelenburg. El meta del Ajax llegó a tocar el balón, pero ese derechazo tenía que acabar en la red. Le dobló las manos como se las dobló a Cech, el portero del Chelsea en Stamford Bridge, hace algo más de un año. Nadie lo merecía tanto como Andrés, que ha acabado un año difícil por las lesiones de la mejor. La segunda versión del Iniestazo. La primera condujo al Barça a la final de Roma de la Champions. La de Johannesburgo instaló a España en la eternidad.
«Dani, siempre con nosotros»
Marcó Iniesta y nadie puro pararlo. Empezó a correr sin rumbo, fuera de sí, pero sabía muy bien lo que tenía que hacer. «Vi que Cesc podía darme el pase y luego fue una locura». Se quitó inmediatamente la camiseta. Debajo lucía el mensaje más bonito posible, el recuerdo más entrañable jamás visto. «Dani Jarque, siempre con nosotros», era la inscripción que mostraba la camiseta blanca de Don Andrés, un homenaje al capitán del Espanyol fallecido el verano pasado por un paro cardíaco. Iniesta sufrió mucho la pérdida de su gran amigo. Después de su muerte, le dedicó una preciosa carta que muchos pericos no olvidarán nunca y ayer no dejó pasar la oportunidad en el partido más importante de su vida.
«Me acuerdo mucho de Dani, de mi familia, de mi gente, de todo el trabajo que me ha costado llegar aquí. No puedo hablar», comentaba el goleador con los ojos llorosos. Concluida la final, el primer jugador que se abrazó con Iniesta fue Víctor Valdés, su colega del alma, el hombre con el que más minutos comparte al día. Ese abrazo eterno en el centro del campo del Soccer City será otra de las imágenes más recordadas.
Ese gol de Iniesta entierra la desgracia de muchos futbolistas que lloraron de amargura. El fallo de Cardeñosa ante Brasil en 1978; el penalti errado por Eloy en 1986; la cara ensangrentada de Luis Enrique después de caer ante Italia (1994). Demasiadas frustraciones que Iniesta borró. Por algo fue elegido mejor jugador de la final.
Una alegría inmensa
Seguro que muchos culés recordaron el maravilloso gol de Iniesta ante el Chelsea. España no olvidará la hazaña del héroe de Fuentealbilla. Ya marcó ante Chile cuando España lo pasó muy mal para seguir adelante. Ayer, cuando más cansados estaban sus compañeros, emergió con su maestría para soltar un disparo hacia la eternidad.
«No sabemos la que hemos liado, es algo increíble», añadió el manchego entre los gritos de alegría de todos sus compañeros. «Siempre me acordaré de Dani. Me ha dado fuerza, no había podido rendirle homenaje en el fútbol. Se lo merece. Va por ti, amigo», dijo. No te preocupes Andrés. Dani, desde el cielo, y toda España está orgullosa de ti.
Fuente: El Periodico.com (España)
